Una losa en la espalda como equipaje, inercia que me empuja cuando no puedo más.
¡Ah, Prometeo Cristificado! ¡Tendrás una tierra que no es tuya como el más condenable de los pecados!
Una losa en la espalda como equipaje, inercia que me empuja cuando no puedo más.
¡Ah, Prometeo Cristificado! ¡Tendrás una tierra que no es tuya como el más condenable de los pecados!
La enorme y sudada mano de un hombre apoyada sobre su hombro. La empuja con suavidad y firmeza. Aitana sabe que, si intentara marcharse, esa
Y no pienses en ningún momento que tengo la razón, o que estoy completamente equivocado. Son solo reflexiones, pensamientos; una mirada —la mía— hacia este
Y estoy frío. Hay rostros que miran este cuerpo que ya no es mío,que pertenece a otros,y a otros más que están escondidos,y a aquellos