Y estoy frío.
Hay rostros que miran este cuerpo que ya no es mío,
que pertenece a otros,
y a otros más que están escondidos,
y a aquellos que vendrán
a darse un festín con este cuerpo muerto
que, repito, ha dejado de ser mío.
Beben lágrimas de dolor y se emborrachan.
Se empachan con la tierra
que cubrirá el recuerdo de quién fui,
y comienzo a ser más.
Me divido.
Me multiplico.
Nazco y crezco,
y vuelvo a morir.
No es uno ni es mío,
son muchos esos cuerpos,
esos otros cuerpos.
Envejezco en instantes.
Muero.
Procreo conmigo mismo.
Muero. Y (me) parto.
Me recreo en los jugos.
Antes era otro
y antes de él era mi padre.
Y soy todos mis hijos,
como fui todas mis madres.
De mí crecen las flores
que se marchitarán en tu tumba.
Y tú también serás otros.
(Te partirás. Serás Cristo.)
Daremos de comer a los hambrientos
en una orgía caníbal, infinita.
En el camino solo perderé la memoria,
y entonces recordaré
que nunca dejé de ser Dios.